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En la Asociación de empresarios de Sibaté, Soacha y Sur de Bogotá- ASOMUÑA, haremos un estudio de prefactibilidad en la presente vigencia, para determinar si las cifras preliminares que manejamos respecto a los energéticos: carbón y gas natural, que usamos en las empresas, pueden ser reemplazados efectivamente por biomasa: residuos forestales, solos o en co-combustión bajo el esquema de distrito térmico, dado que tenemos grandes consumidores (entre 2000 y 60.000 GJ mes), para sus procesos fabriles, así como generación de vapor, secado y otros usos de energía térmica significativos.
Estamos desde diciembre de 2022, caracterizando los clientes potenciales como usuarios del distrito térmico en la zona de influencia, así como la operación de gestión de la vegetación y su biomasa residual. Contamos con afiliados, proveedores de dicho material que nos llevará a diseñar y validar un prototipo de generación y distribución de vapor que involucraría a primera vista en los 2 circuitos a 8 empresas que tienen considerables consumos, con la correspondiente evaluación financiera de dicho suministro de vapor, agua y aire calientes a partir de la biomasa que tiene un potencial teórico de 1/3 parte del consumo de la mayor empresa demandante.
A la par, se identificarán los trámites y las licencias necesarias para el proyecto y socializaremos, los resultados a través de sistemas de monitoreo y reportes.
Otras ventajas derivadas, contando con esta disponibilidad de biomasa residual, será la ejecución de una verdadera economía circular y eficiencia energética al recuperar para las actividades productivas excedentes energéticos no aprovechados y valorizar energéticamente biomasas residuales sustituyendo combustibles fósiles, que mejorarán la calidad de las emisiones, el control de hedores y olores ofensivos, la reducción de los consumos de energía eléctrica, ACPM, carbón, gas natural, aprovechamiento de la energía térmica recuperada y de biogás, que se traducirá en ultimas, en un balance energético consolidado sostenible.
Walter Ocampo Gutierrez
Director Ejecutivo
Asomuña
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El proceso de integración regional propuesto por el CIT, ha facilitado que el sector empresarial visualice logros significativos en entender la sinergia de los actores públicos, para nuestro caso las entidades territoriales incluyendo Bogotá y sus municipios del primer anillo circundante, frente a los temas tractores que nos interesan en el territorio, tales como la revisión y ajuste de los POT, considerando el POMCA, la gestión integrada de riesgos y acatar la sentencia de acción popular del Río Bogotá. No ha sido fácil, pero en la medida de las posibilidades, tanto actores públicos como privados, están haciendo la tarea. Se quisiera mayor dinamismo, pero la complejidad y la variedad de temas no lo hace fácil entre tantos actores.
Desde el sector privado, también se ha visto la integración a dichos programas en temas de movilidad, seguridad, generación de empleo, recreación y puesta en marcha de los planes de gobierno, con énfasis en los temas sociales. En igual sentido, no podemos dejar de lado, las capacitaciones sobre Espacio público, aplicación del Código Nacional de Policía y Convivencia, seguridad vial, por mencionar algunos resultados que han facilitado el entender cómo aplicar racionalmente las normas. Los estudios generados y las prácticas en los municipios han ayudado a que se apropie dicho conocimiento por parte de los ciudadanos sin diferenciar su actividad en este territorio.
Esto se ha concretado con base en el diálogo, el interés de conversar en las mesas sectoriales y regionales y desarrollar talleres con los involucrados, que como en mi caso he tenido la fortuna de participar como representante del sector productivo, acogiendo el llamado de la coordinación técnica del equipo de la CCB, que con su dinamismo y deseo de concretar las propuestas formuladas por los alcaldes y demás integrantes, facilitan que se genere conocimiento y que se aplique a las estrategias para que el CIT avance.
Ahora bien, frente a la visión en el corto y mediano plazo, es imperativo que los nuevos mandatarios recientemente elegidos, definan cómo se van a involucrar activamente, realineando sus planes de gobierno con las demandas de la ciudadanía que representan y que proponen llevar a cabo. Proponer una agenda de innovación abierta, transversal y colaborativa; entender e integrar la especialización inteligente del territorio, compartir experiencias significativas: políticas, instrumentos, y programas.
En el mediano plazo, veo el CIT como el ágora o espacio permanente de discusión y gestión de un modelo de anticipación al futuro, donde se genera investigación y desarrollo tecnológico que sea referente para el departamento de Cundinamarca y en el largo plazo para el país.
Los retos son ámbitos de oportunidad, que pueden llevarse a cabo con la transformación digital (ciberseguridad y confianza, sensórica, internet de las cosas, robótica) como continente de la movilidad sostenible, de los ecosistemas urbanos (nuevos materiales, construcciones sostenibles, planificación y urbanismo), de la transición energética eficiente (descarbonización y generación distribuida), de la salud y el bienestar (alimentación saludable, biomateriales, medicina robótica, ingeniería neuronal) y de la fabricación avanzada en la industria (diseño y digitalización, economía creativa, tecnología), que define la competitividad de la misma por su alto valor agregado y que se traduce en el mayor PIB de Colombia, adaptado al cambio climático.
En este escenario posible que algunas empresas ya han adelantado, el papel del sector empresarial es el de aliarse con las instituciones educativas, centros de investigación y organizaciones de la sociedad civil, para que busquen soluciones novedosas basadas en investigación, que mejoren sus procesos productivos, que incorporen nuevos materiales, que formen en nuevas competencias de mercadeo producto del extensionismo tecnológico, que se avance en contar con patentes y propiedad intelectual en esta productividad sostenible y donde las personas vinculadas desarrollen sus mejores habilidades y competencias para integrar todo el saber hacer y sumen al logro de dichas apuestas productivas, que hagan de sus talentos tecnología replicable y exportable.
Como ejemplos, traigo a colación los que ya se están desarrollando en Europa: transporte autónomo e interactivo aplicado a nuestra cotidianidad, ingredientes y alimentos que reduzcan el consumo de azúcares, fabricación aditiva aplicada a la construcción (impresión 3D con materiales naturales, biodegradables y reciclables), transformación de edificios en generadores energéticos para si mismos o para la red interconectada.
Finalmente, el compromiso del sector empresarial en los proyectos estratégicos de escala regional es colaborar en la construcción de una región competitiva e innovadora que se traduzca en crecimiento económico, generando este ecosistema con empleos cualificados, dignos, a largo plazo; patentando sus desarrollos y aportando capital de riesgo en alianza con el sector público, porque si queremos prosperidad, debemos proponer soluciones, que serán nuevos retos que generarán nuevos problemas pero que producirán más innovaciones. Esta forma sistemática de generar innovaciones nos obliga a progresar y a tener como fuente principal de soluciones complejas y sofisticadas, la investigación y el desarrollo tecnológico. A mi modo de ver, es lo que Ricardo Hausmann llama la búsqueda de transformaciones factibles, donde el acento está en el cambio tecnológico y no en la especialización en lo que se destaca. Al final, evolucionar en lo que somos buenos.
Walter Ocampo Gutiérrez
Director Ejecutivo
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Referirse al impacto ambiental que generan las asociaciones empresariales en la jurisdicción CAR es desafiante, por cuanto no se aprecia a primera vista dicho compromiso, pero si revisamos con detenimiento los antecedentes de creación de nuestras organizaciones, sabremos que dicho impacto es de carácter superestructural, es decir, más allá de los productos tangibles, se generan colectivamente políticas, acuerdos, buenas prácticas, y ejemplos para que otros puedan emular dichos logros; porque al ser las asociaciones empresariales intermediarias de innovación o innomediarias, son quienes más capturan valor de sus afiliados y de otras organizaciones con las cuales se relacionan, facilitando que el impacto siempre sea mayor, superior al generado entre sus asociados, porque al lado de estos, se encuentran otros empresarios de su cadena de valor o proveedores que terminan beneficiados, y como es común en Colombia, sin aportar más allá de su presencia en las formaciones y procesos adelantados
Recuerdo bien como hace más de 2 décadas, se firmaban acuerdos o pactos de cumplimiento con la autoridad ambiental, y muchas de nuestras organizaciones los firmaron, como ASOMUÑA, AINCA, ASOOCCIDENTE y posteriormente otras que fueron creciendo como ASEMPTO y PRODENSA y otras que se crearon en este milenio, AESABANA, ASIENORTE, donde se pretendía el cumplimiento de la norma, para algunos casos la Ley 9 de 1979 o código Sanitario Nacional y el Decreto Ley 2811 de 1974, entre otras que imperaban, como lo hizo este Código Nacional de los Recursos Naturales Renovables, que aplicó el INDERENA en su momento y posteriormente, la Ley 99 de 1993 que crea el Sistema Nacional Ambiental SINA y fusiona el INDERENA con el Ministerio de ambiente, hoy también de desarrollo sostenible, a más de crear otras Corporaciones ambientales regionales.
En esas políticas públicas, por mandato constitucional, se incorporaron en las normas, la gestión ambiental por parte de los particulares y por antonomasia la responsabilidad del Estado, como rector de la gestión y promoción de las sinergias con las organizaciones ambientales de toda índole: fundaciones, ONGs y otras corporaciones para hacer cierto el derecho a un ambiente sano, y sobre todo, proteger la base natural de la república, respetando las prelaciones del paisaje, el agua y la biodiversidad, por mencionar las más amenazadas en Colombia.
Todo esto, en el marco del desarrollo sostenible, que creo que lo entendimos mal, al hacer uso desmedido de los recursos y dejar lo que no se agotó para las generaciones futuras, en vez de haber comprendido, que siempre tomamos prestado dichos recursos de quienes no han nacido y debemos, como los talentos bíblicos, multiplicarlos, hacerlos crecer, rentabilizarlos si me permiten el término, para nosotros y los que vienen en camino. De esta interpretación, se desprende la verdadera sostenibilidad de las actividades productivas, que permitirán invertir en nuevas tecnologías, en responsabilidad social empresarial, en creación de valor para las comunidades o clientes externos de nuestros agremiados y por supuesto, que algo le toque a las cenicientas de este cuento: las asociaciones empresariales, porque aquí está la paradoja, generamos valor para los empresarios, capturamos valor de otros grupos de interés para los mismos, lo que nos hace verdadero bróker de la innovación, pero recibimos cada vez más demandas de gestión y en muchos casos, poco retorno económico o nulo para el funcionamiento de las mismas, pues todavía se consideran en algunos casos un gasto necesario, un tiene que hacerlo, para no estar desolados en la relación con la autoridad.
Desde hace algunos años, muchos de nosotros decidimos trabajar mancomunadamente con el Estado en los temas ambientales y por supuesto sociales, vinculándonos con estudios técnicos, aportes en tecnología, inversión en nuevos equipos, cambiándolos, sustituyendo energéticos, formulando políticas para el sector, haciendo veeduría a los procesos judiciales e ilustrando también a los falladores o jueces en los pleitos por la operación en condiciones contra natura, pero fundamentalmente educando y formando a nuestros colaboradores en todas las áreas ambientales y a nuestras comunidades relacionadas, este ha sido el impacto ambiental, macro, enorme, desinteresado desde las asociaciones y creador de valor para las personas, porque relacionándonos hemos aprendido y compartido con las autoridades dichos avances, hemos cofinanciado muchos programas de producción mas limpia, huella ambiental, uso racional de recursos, reducción de consumos, entre tantos objetivos para bienestar de todos, y aún así, falta mucho más por hacer, más involucramiento, más convencimiento que el cambio climático es real y que nuestra viabilidad como especie sí está en juego.
En estos años también hemos aprendido sobre el territorio, sobre sus capacidades de soporte, sobre cómo optimizar los usos del suelo y estas asociaciones con la CAR hemos logrado avances en la recuperación de ecosistemas y determinantes ambientales que ya son un hito para los pobladores, como los humedales, las zonas de ronda, las zonas de amortiguación de las áreas silvestres, el cuidado de los bosques y dejar atrás la nefasta práctica de desecar los cuerpos de agua para extender las propiedades privadas, sin función ecológica y mucho menos social porque se privilegiaba la propiedad sobre el bien común.
Sí, la tarea es grande, pero cada día hay más conciencia personal y colectiva, ya hemos reconocido derecho a recursos naturales como ríos, ya entendemos el papel orientador de las CAR y otras autoridades, ya padecemos la variabilidad climática, el agotamiento de mucha flora y fauna, pero también celebramos que nuestros descendientes comprenden la simbiosis con GAIA y cómo las empresas, por más fuertes que se sientan, no pueden medrar la sostenibilidad basadas en el lucro; ya la sanción social se ve, como el mayor valor de estar asociado a un gremio o colectividad, sumar y multiplicar los esfuerzos para vivir mejor. Esa es la finalidad de estas asociaciones, generar vida digna, plena, en una palabra, sostenible.
Walter Ocampo Gutiérrez
Director Ejecutivo
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Todos sabemos que el escenario económico y de los negocios en el mundo cambia y es complejo día por día, y es por eso que se hace necesario, desarrollar las capacidades de todos los trabajadores para resolver problemas de manera creativa y las entidades sin ánimo de lucro- ESAL, para nuestro caso: asociaciones empresariales, estamos involucrados en trabajos relacionados con las políticas y comprendemos que las múltiples relaciones que establecemos, las hacemos como agentes que permanentemente interactuamos con otras organizaciones no gubernamentales- ONG y las entidades públicas, en diversos sistemas de innovación.
Por esto, las asociaciones empresariales somos intermediarios de innovación o innomediarios, con la función de apoyar a las empresas afiliadas en sus procesos de reinventarse; pero gracias a la acción local y regional, carecemos de visibilidad como organizaciones que fomentamos la innovación, y está a propósito, el nicho para generar estudios que permitan argumentar lo dicho antes, porque somos impulsoras de la innovación empresarial.
Por regla general, la rentabilidad se calcula con información contable que no discrimina entre movimientos de caja (dinero contante y sonante) y contables. Así, la rentabilidad considera tan sólo la visión económica de las organizaciones y deja de lado los propósitos de todos los grupos de interés- stakeholders de las ESAL; que tenemos los propósitos más amplios y elevados, que incluimos no sólo la dimensión económica, sino también la socioambiental que se convierte en prioritaria, en contrapeso a la visión cerrada de muchos “empresarios” que consideran que no creamos valor económico y social, y tampoco reconocen que generamos y entregamos beneficios que superan las expectativas, aportaciones, esfuerzos, inversiones y pagos realizados por los diferentes grupos de interés. Así capturamos valor, es decir, recibimos retornos o beneficios por haber entregado valor a nuestros stakeholders.
Dicho proceso de creación y captura de valor incrementa nuestra competitividad, entendida como la capacidad para lograr servicios, y especialmente, resultados superiores al Estado de resultados integral, a través de la realización de alianzas, agrupamientos, confederaciones, trabajo en red, comisiones sectoriales, gremios, entre otros, que aumentan el valor agregado y en sana lógica, mayores inversiones para la organización que infortunadamente, en muchas ESAL no están entendiendo que hay que asumirlas. En muchos casos, las ESAL no cuentan con el conocimiento, las capacidades y los activos para la acción y se debe tener una estrategia abierta para relacionarse con agentes externos: consultores, centros tecnológicos, universidades, proveedores, entidades públicas, competidores y clientes.
Al trabajar juntos en este sistema social complejo, creamos nuevos servicios, procedimientos valiosos y útiles que definen nuestra creatividad; y cuando la creatividad de las personas y los equipos se aplica a la realidad empresarial, surge la innovación, porque interactúan las personas, los procesos, los servicios y el ambiente para nuestro caso.
Como el conocimiento necesario para innovar está distribuido, y las innovaciones pueden gestarse tanto dentro como afuera de la organización y puede incorporarse en cualquier fase del proceso creativo, hablamos de innovación abierta. Así, nos definimos como intermediarios de innovación, capaces de establecer conexiones entre actores del sistema, conectamos, traducimos y facilitamos los flujos de conocimiento entre nuestros afiliados, los proveedores y los buscadores.
Este efecto de sinergia de las redes de innovación, justifican nuestra capacidad para producir efectos positivos para todos los participantes, mucho más allá del resultado económico.
Para que quede claro, las asociaciones empresariales somos ejemplo de organizaciones con funciones institucionales, tanto económicas como sociales. Organizaciones que complementamos y facilitamos la actividad de nuestros afiliados, facilitadores que impulsamos su creación de valor y/o disminución de costos. Ejemplos: Integración de equipos de trabajo para proponer soluciones innovadoras en las ESAL y/o sus empresas afiliadas y, Acuerdos de cooperación con la autoridad ambiental y otras organizaciones.
Al conectar las necesidades de nuestros afiliados con el conocimiento externo especializado, nos define como intermediarios de innovación o brokers de conocimiento, porque somos instituciones externas que apoyamos a las empresas en sus actividades y aprovechamos una amplia comunidad de personas para crear y desarrollar nuevas ideas, y como intermediarios nuestra principal propuesta de valor es cerrar la brecha entre los conocimientos internos y externos, ya que sabemos qué hacer y quién lo puede hacer o bien, conectamos a nuestros clientes- afiliados con los proveedores de soluciones y en algunos casos, ofrecemos el servicio al cliente.
El conocimiento es nuestro recurso estratégico, que debe verse como la competencia central por parte de nuestros afiliados, porque conforman nuestra ventaja competitiva, que fortalece nuestra propuesta de valor y nos permite crear y capturar valor. Creo que nos ha faltado ser conscientes de este valor estratégico y por eso, algunos de nuestros clientes, en su ignorancia supina no tienen la capacidad de construir sentido o sensemaking, es decir, proceso mediante el cual una organización adquiere, interpreta y actúa respecto de la información sobre su entorno.
Walter Ocampo Gutiérrez
Director Ejecutivo Asomuña
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Referencia:
Alfaro J.A. et al. 2017. Las asociaciones empresariales como motores de innovación estratégica en las empresas. NovaPrinter, Navarra, España. EUNSA
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El tema planteado integra a primera vista, problemas de calidad del recurso por cuanto las aguas implicadas contienen agroquímicos, material de lavado por deforestación y extracción minera, orgánicos, químicos de industria de transformación, residuos químicos, inorgánicos por vertimientos de aguas servidas, grasas, aceites y metaloides; asociado a otros múltiples de cantidad de agua de estos aferentes afectados por la estacionalidad climática de la región, de embalsamiento de sus cauces, sumados al trasvase de las aguas del Río Bogotá, para la generación de hidroelectricidad en la región central de Colombia, con una participación del sistema interconectado que oscila entre el 7 y 14%, así como vulnerabilidades del vaso receptor del embalse de 42 millones de m3 que inicialmente ocupaba 940 Has, pero que al implementarse un programa de mitigación de la contaminación por el propietario del mismo en 2000, redujo su capacidad de embalsamiento a 720 Has efectivas, pues las colas de los rios Muña y Aguas Claras, que bordean al municipio de Sibaté, fueron desecadas y a través de una estación de bombeo, se vierten los remanentes al cuerpo principal del embalse.
Lo anterior, sin olvidar que las aguas del Rio Bogotá, luego de pasar por 27 municipios arrastran dichos vertidos al embalse, generando un conflicto adicional de competencia por el recurso, gobernanza frente a los usos de los diferentes usuarios dedicados a la agricultura, industria, consumo para las poblaciones de la cuenca baja y recreación paisajística, por mencionar los más sobresalientes, a más de la presencia nominal de autoridades encargadas de su administración, como la Corporación Autónoma de Cundinamarca, los municipios de la cuenca y más notablemente desde 2005 el Tribunal Administrativo de Cundinamarca, que falló en primera instancia y luego el Consejo de Estado en segunda instancia, por acumulación de procesos, que permite la Ley 472 de 1998 sobre acciones populares y de grupo, buscando el saneamiento del Río Bogotá.
Habiendo ya mencionado algunos actores, es más que pertinente resaltar a la comunidad del Municipio de Sibaté, integrada en su mayoría por población del SISBEN en número de 30.000, repartidos en el casco urbano y un centro poblado en un 85% y el resto en el área rural que constituye el 75% del territorio. Comunidad que aguanta el embalsamiento de aguas contaminadas desde hace 40 años, pues dicho embalse inició operación en 1949 y a mediados de los 70´s recibió las aguas del distrito capital, que se sumaron a las de Muña y Aguas Claras.
Dado que los municipios de las subcuencas altas y medias, apenas recientemente están contando con PTARs regularmente en operación, se mantiene y persiste la generación de malos olores, por la anoxia de las aguas, la producción de ácido sulfhídrico, su evapotranspiración que ocasiona lluvia ácida y afectación de vías respiratorias altas, corrosión de infraestructuras y un ecosistema altamente tóxico por las emisiones químicas de algunas empresas, y los vertimientos de aguas industriales provenientes de más de 10000 industrias de carácter contaminante en la capital.
Esta es una fotografía del padecimiento socioeconómico de los pobladores de Sibaté, cuyos predios se han desvalorizado por lo antes anotado y su calidad de vida, adolece de lo mínimo para llevar a cabo una vida digna de relación, de disfrute del paisaje, de la contemplación y beneficios que conlleva el ocio, pues este ambiente no permite dicho disfrute natural al que tienen derecho ellos y quienes visiten la región. Los gastos en que incurren los pobladores para paliar los efectos en la salud de sus grupos familiares son cuantiosos e indican la precarización de su nivel de vida.
Ahora bien, en tratándose de precisar los factores de disponibilidad del recurso, se ha agravado desde la fecha arriba citada, pues las industrias tomaban aguas de estas fuentes para sus procesos, en especial para las torres de enfriamiento, pero debido a la alta contaminación, no era viable seguirlas tomando y hubo que concesionarse aguas, con pozos profundos, que con el tiempo, también contenían nubes de contaminación del embalse a los acuíferos y más recientemente, previendo una evaluación del caudal ecológico, la autoridad ambiental restringe y seguirá restringiendo la disponibilidad, ya que el acuífero se ha disminuido y la competencia con los macroproyectos de vivienda, relegan la agroindustria y la manufactura a menores cantidades de producción de bienes y servicios, lo que afecta el costo/beneficio de la operación y generación de empleo y desarrollo para la provincia Soacha- Sibaté.
Resalto para ir cerrando el planteamiento, que las autoridades judiciales se arrogaron las funciones que per se, debieron asumir las municipalidades para controlar la contaminación, para exigir los sistemas de tratamiento, para evitar postergar las producción más limpia y en teoría, pretende organizar el territorio para un uso sostenible del recurso hídrico, lo cual en la práctica no se ha podido llevar a cabo, por la alta complejidad, la desarticulación institucional y su protagonismo mediático y fundamentalmente por la carencia de un objetivo común más allá de descontaminar las aguas.
Como reto para articular un mecanismo de solución, planteo un cambio en la premisa mal entendida del desarrollo sostenible, adoptada en Río de Janeiro en 1992, de hacer uso del recurso sin detrimento de las generaciones futuras, lo que se ha traducido en que arriesguemos este y otros recursos por sobreexplotación y los remanentes serán los que suplan las necesidades de nuestros descendientes, cuando debe interpretarse de retro, es decir, realmente estamos tomando prestado de quienes no han nacido, lo que nos obliga a ser lo más cuidadosos y racionales posibles para no agotarlo y mucho menos deteriorarlo en grado sumo.
Así las cosas, uno de los principales obstáculos está en la falta de entendimiento de los procesos naturales, en la falta de acercamiento a las comunidades raizales, que conocen y viven en su cuenca y que conocen el comportamiento natural de estos afluentes y en persistir en ordenar territorialmente desde los escritorios, bajo promesas estrictamente académicas, sin respeto por las tradiciones indígenas y comunales que aportan el conocimiento de su utilización medida y sostenible. Cuando manejemos el mismo idioma y reconozcamos al otro como aportante y no competencia, podremos hilar un tejido entre todos que nos cubra y evite que perdamos singularmente. Estos son obstáculos salvables si miramos en prospectiva conjuntamente y de manera independiente, más allá de los tiempos de las administraciones de turno para poder continuar con ese deseo de un territorio especializado que provea y satisfaga las necesidades y sueños de quienes lo habitan. Esta provincia junto con la capital aporta el 25% del PIB nacional, como sería si se hiciera de manera ordenada, formalizada, regular y a satisfacción de los intereses comunes, frente a los individuales y a los apetitos de los dirigentes de turno.
La discusión está servida, pues una autoridad ambiental con más de 50 años de creada, apenas aborda la formación en temas ambientales con bastante falta de rigor técnico y profesionalismo, ya que se ha concentrado a otros menesteres y destinado los recursos, que para este caso recibe por transferencias del generador de energía, no han sido revertidos en la protección de las cuencas anotadas, a manera de retorno por las altas cargas impositivas y de las tasas que deben revisarse, pues no se entiende que grandes cantidades del recurso se tarifen de manera tan absurda y se adjudiquen o asignen de modo tan desigual para las diferentes actividades económicas.
WALTER OCAMPO GUTIÉRREZ
Docente de cátedra Depto Ing. Civil
Legislación en obras civiles y administración para ingenieros
Biólogo MP 104 CPB/ Abogado TP 218190 CSJ
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Walter Ocampo Gutierrez
Director Ejecutivo Asomuña
Profesional de las ciencias jurídica y ambiental. Entrenado y experimentado en administración pública y privada. Con habilidades gerenciales, comprometido en actividades integrales comunitarias que desarrollo con equipos de trabajo en ambientes de pensamiento estratégico, donde procuro comunicaciones francas y transparentes que logren mejorar la calidad de vida y la sostenibilidad de los recursos naturales renovables.